martes, 19 de agosto de 2008

Premonición, alteración espacial y solidaridad.

Me acompaña la sensación de que algo malo le está sucediendo a un ser humano de identidad germana.
-No le hagan daño a Günter, no le hagan daño a Günter.
Lo digo casi a los gritos y pronunciando la R final de manera extraña, tirado en la cama, mientras leo al tipo ese que nació accidentalmente en Bruselas. Nunca entendí muy bien que significaba eso de nacer accidentalmente, siempre me imaginé dos ómnibus colisionando en una calle poco transitada de Bélgica.
Leer en los próximos días los policiales del gran diario germano no me va a satisfacer, el daño que le hacían a Günter lo intuyo como un daño de índole emocional, ocasionado por un primo algo mayor que él y en complicidad con uno de los comerciantes más reconocidos de la zona.