martes, 27 de enero de 2009

Hipo.

Una maratón de películas de terror para deshacerme del hipo. Un perro guardián que me vuelve una persona contradictoria, difícil. Jura decir la verdad y nada más que la verdad en pleno ataque de hipo, no podría jurar tal cosa, la verdad me atemoriza. Después de todo no quiero deshacerme del hipo, creo que me hace una mejor persona.
Iba caminando por la calle y estaba el viejo veterano de la guerra de almohadones de 1987 al que siempre le pedimos consejos.
-¿Qué opina de los detectores de mentiras?
-Eso es todo un fraude, no hace falta tal cosa, el único detector de mentiras es el oído humano. Cualquier cosa que escuchen por ahí, es mentira.
Bien dicho, se merece una nueva medalla de honor, pero no tiene lugar en su chaqueta azul. Es lamentable que el estado le haya dado la espalda…

miércoles, 14 de enero de 2009

Ultima cena.

En su ultima cena comió panqueques, el dulce de leche se le piantaba por las puntas y la remera del pibe Valderrama de la Copa América del 93 (que ya tenía manchas de un helado de menta granizada que se compraba de menta granizada porque no le gustaba a nadie y así no convidaba, pero era así de rata con los helados nada más, me acuerdo que si había siete medialunas, el comía tres y te dejaba cuatro a vos) se le enchastró toda. Estaban todos los amigos, pero no les dio ningún consejo porque nunca entendió mucho como funcionaba bien nada. Al otro día se levantó y pensó que la cena no era indispensable, que se podía modificar por una merienda abundante, y que incluso podía llamarse de otra manera. Y no cenó nunca más.