Hay solo una vidriera que los borrachos unidos en la meadera colectiva de vidrieras han de respetar, y es la de la juguetería, para que cuando los niños tomen de a dos o tres por vez el martillo y se pronuncien contra los líderes jugueteros, lo hagan con olor a lavanda.
Esta navidad regalale a tu hijo un martillo (y un papagayo).
sábado, 5 de diciembre de 2009
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