Sin dudas, lo más agradable del silencio es cuando esquiva la tensión y abre espacio a la tele-empatía.
En el supermercado un oso de peluche te puede sorprender en la góndola de papel higiénico y ahí te quiero ver.
Hay mañanas en las que uno envidia el hígado de algún abstemio más que cualquier pequeña fortuna.
La publicidad de Coca-Cola influenció tremendamente a mi hermana que cada vez que empuña la botella pareciera que está llegando al nirvana.
El mejor de los bigotes artificiales es el del café del desayuno.
Las esperas y los malos entendidos son realmente horribles.
martes, 30 de diciembre de 2008
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