miércoles, 26 de marzo de 2008

Debajo del detergente: Velas.

Es encantador impostar la voz, sobre todo si la nueva voz genera un clima lúgubremente primaveral. La falta de luz nos transporta al susurro y el susurro a la niñez, diálogos ridículos encargados de corroborar la vigilia del otro que parece no querer dormir jamás y aprovechar todo el tiempo posible la ausencia de su cómoda pero solitaria cama que es momentáneamente reemplazada por una frazada enredada en el suelo porque otro de los que se encuentra en una situación similar sí fue capaz de tomar la bolsa de dormir, y otro la cama de huéspedes, y ni hablar del que no se quiso quedar.
-¿Cómo podes imitarlas tan bien? ¿Estuviste ahí?
Es delicioso el sabor del plato cuyo único elaborado consiste en el traspaso material de una mano a la otra.
-Gracias, te quiero, están buenísimos. ¿Vos de que te reís?
Parecía ridículo agradecer la sencillez.
(Sonrisa imaginaria)
Mi hermano está con una jaqueca agudizada por los murmullos.
-Shhh, ¿Hasta cuando van a seguir?
Pensamos seguir mucho más y después disculparnos.
-Perdona por lo de recién, estuvimos muy mal, ahora vamos arriba.
Rompieron un vidrio para robar una bicicleta en la casa de un vecino.
-Policía, ¿no escucharon ruido en los techos?
-No abras, no debe ser la policía.
Sin embargo visten como si fueran ellos. Desvistiéndose supongo que parecerían carpinteros.
-Mamá, ¿De donde sacaste ese disco?
Cree estar en el océano.
Voy a tranquilizar un poco a mi hermana. Sonrió.

1 comentario:

el asistente Barriga dijo...

Nombre alternativo con el que fue publicado por error en una prestigiosa revista de medicina: "Pijama Party esquizofrenico"