domingo, 9 de noviembre de 2008

Laberinto acuático.

Me tiré a la pileta, sin ninguna acrobacia, me tiré de palito, como le gustaba decirle a uno que estaba en el borde y que lo único que hacía era indicar: ahora de cabeza, la mortal, de bomba, medialuna, el círculo resplandeciente, ahora de palito, y ahí fui.
Estaba abajo, veía borroso, como en un sueño de un lanzador de jabalinas con cataratas, y empecé a bucear, todo por el fondo y con un ruidito medio como de globo desinflado en cámara lenta que me acompañó durante todo ese rato.
Miraba para arriba y tres caras borroneadas que cantaban una canción que se escuchaba como cantada por burbujas, apenas distinguí que era en ingles.
Llegué hasta el extremo, toque el redondel negro entre las cerámicas celestes, y cuando ya me quería salir me di cuenta que arriba había cemento, una especie de laberinto acuático insoportable, no podía respirar, y una salida, como por un tubo, y otra vez la superficie, y en mi bolsillo un papel con algo escrito, un hombre con más canas que pelo que me lo pedía, que me decía que le hacía acordar a la masmédula y que quería que lo acompañara en una caminata. Más lejos, camina al lado mío, pero que en el medio haya espacio para uno más, que no va a venir, que no lo esperamos, pero le corresponde. Y en el camino silencio, silencio y barro, y un caballo al que no me podía subir, y más barro, y el de canas ni una palabra, y pasamos por una casa en la que uno se queja a los gritos, que se siente subestimado por su familia que lo considera un mal asador. Hasta acá llegamos, codazo en el ojo y hasta pronto.

1 comentario:

el asistente Barriga dijo...

Different colors, made of tears.